9 de octubre de 2013

ARCANO MAYOR XVIII

LA LUNA

LA LUNA
EL REINO DEL SUBCONSCIENTE

Cada sistema de creencias es un dedo que apunta a la luna.
ANTIGUO PROVERBIO HINDÚ.
Es de noche y un sonido lejano de agua lo impulsa a averiguar su procedencia. Camina entre árboles dife­rentes, sobre laderas de tierra y formaciones rocosas. El ruido del agua es cada vez más claro. Al girar en una esquina, aparece una cascada con un enorme roble al lado. Se arrodilla para beber del riachuelo que forma la cascada y oye el sonido lejano de un trueno. 
Las ho­jas del roble crujen, como si reconocieran el sonido.

Levanta la vista hacia el cielo y divisa el brillo glorioso de una luna llena. Tiene un sentimiento de plenitud. Prosiga con su aventura e invente/descubra los perso­najes que desearía conocer en este reino.

La Luna representa el subconsciente, el reino de los sueños, los temores, los recuerdos, todo pensamiento no conectado con el aquí y ahora. Abarca las esperan­zas y los miedos del futuro y el recuerdo de las cosas que ya han ocurrido. Los psicólogos llaman al subcons­ciente el lado oscuro, porque contiene sentimientos y emociones ocultos que, al parecer, influyen irracional­mente en nuestro comportamiento.

Esta parte de la mente ha fascinado a psicólogos y psiquiatras durante siglos. En Estados Unidos la psiquia­tría es un gran negocio. Las personas son clasificadas de acuerdo con sus irracionalidades: maníaco-depresiva, esquizofrénica, neurótica, etc. La tragedia se inicia cuando la gente empieza a definirse a sí misma —por no decir a los demás— en tan espantosos términos.

Es interesante mirarse a uno mismo por dentro y ver qué aspectos resultan diferentes, excéntricos, imprevisi­bles, poco razonables. Pero, en cualquier caso, ¿dónde está escrito que deberíamos ser totalmente razonables y previsibles? ¡No imagino nada más aburrido!

La Luna también representa el miedo a lo desconoci­do. Puede resultar desalentador observar el subcons­ciente de uno mismo. Es muy difícil llegar a él porque lo hemos rodeado de escudos para protegerlo. Se halla en el fondo de nuestra mente.

La Luna nos muestra una realidad deformada: las co­sas no son exactamente lo que parecen. Piénselo. Cuan­do se camina bajo la luna, es fácil imaginarse rodeado de toda clase de fantasmas. De repente suena un ruido extraño, alguien se oculta tras un arbusto, un árbol le persigue. Es fruto de la imaginación. Todo adquiere di­mensiones desproporcionadas. La sombra de una ardi­lla se torna en la de un dragón. Eso es exactamente lo que experimentamos cuando estamos bajo la influencia de la Luna. Somos motivados por la imaginación.

Las telenovelas constituyen el mejor ejemplo de la influen­cia de la Luna, puesto que todo se dramatiza en exceso. Es lo que yo llamo vivir la vida en Luna llena o en la zona gris.

Muchas personas me preguntan cómo pueden desa­rrollar su lado intuitivo. Un método aconsejable consis­te en retirarse un tiempo a un lugar tranquilo y permane­cer sentado y en silencio, tomando contacto con la «voz interior». Existen monasterios, refugios, «ashrams», etc., donde uno puede retirarse, pero la forma ideal es la más directa: salir a dar un largo paseo en este mismo instan­te. Actuar es mejor que pensar en actuar.

La finalidad de la meditación, la oración, etc., es acallar los ruidos in­ternos y externos a fin de tomar contacto con la voz del ser superior. A partir de ahí podremos recibir orienta­ción divina. Debemos escuchar la voz de nuestra con­ciencia. Ésta es la primera fase de «oír» la «Voz».

Salga al campo portando una mochila con comida, agua y un saco de dormir. Pase allí como mínimo dos días y dos noches. No hable con nadie. Anote todos sus pensa­mientos durante el viaje. Pida a su Dios/Diosa, a su Ángel de la Guarda, a su espíritu guía, que le hable. ¡Observe qué ocurre!

La Luna tiene un aspecto muy apacible sentada allí, en el cielo, pero en realidad es sumamente poderosa, pues arrastra continuamente millones de toneladas de agua por todo el mundo. Así pues, su influencia, aunque parezca suave, es tremendamente poderosa. ¡Subesti­marla constituye un riesgo!

La Luna también simboliza el reflejo. Reverbera los rayos solares, a los que impregna de sus propias cuali­dades. Esta carta nos permite observar el modo en que nos reflejamos en los demás, cómo vemos nuestro refle­jo en otras personas. En los hijos vemos nuestra cara y la de nuestro cónyuge. En la gente que nos rodea vemos aspectos de nosotros mismos. Las cosas que atribuimos a otras personas son, casi invariablemente, cosas que hemos hecho nosotros. La Luna es como un espejo que exhibe el reflejo de uno mismo. Este reflejo no siempre es agradable.

El espejo puede mostrarnos aspectos de nuestra persona a los que preferiríamos no enfrentarnos. Necesitamos ser honestos para romper con la imagen ilusoria que desearíamos crear de nosotros mismos.

La Luna también nos habla de ciclos, pues es la in­fluencia astrológica que avanza con mayor rapidez, cru­zando el Zodíaco una vez al mes. Mucha gente inicia proyectos pero nunca los acaba. Comienza elaborando un sueño o una imagen de lo que le gustaría hacer, pero nunca llega hasta el final.

ASPECTOS NEGATIVOS DE LA LUNA
Susceptible/irritable, enfermedades psicosomáticas, demasiado sensible, inmadura, vive en una tierra de sueños, autoabnegación, abuso, Jekyll y Hyde, conflicto de amor y odio, locura, reclama, delirio, tensión, premenstrual, tendencia a dramatizar, vulnerabilidad, absorbe el negativismo de la gente, locura, asilo, inestable, escapa, imprecisa, impresionable, indecisa, sentimental, delirio, aberración, angustia, miedo a la oscuridad, subliminal, miedo a las aguas profundas, afectada, besos bajo la luna.

PALABRAS CLAVE DE LA LUNA
Sacrificios, incitante, emanaciones, maternal, vínculo, rehabilitación, provoca reacciones, actúa, sensibilidad, alimenta.

SUGERENCIAS DE LA LUNA
Procure ser consciente de sus reacciones y sentimien­tos.

Analice sus sueños. Anótelos en un diario. Dedique tiempo a escuchar a su ser interior. Mantenga los pies firmes sobre la tierra, no se deje in­fluir tanto por las emociones y la imaginación. Aprenda a reconocer y tratar sus sentimientos y emocio­nes.

Recuerde que la mayoría de sus miedos nunca se cum­plirán.

Acéptese tal como es.



¡Es la voz del Gran Chaman!



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