5 de febrero de 2013

TÉCNICAS DE RELAJACIÓN


POSTURAS DEL YOGA


POSTURAS DEL YOGA
La postura de la pinza

Sentado en el suelo, con las piernas juntas y estiradas, incline lentamente el tronco hacia delante y aproxímelo tanto como pueda a las piernas, sin doblar las rodillas. También aproxime la cara en lo posible a las piernas y los antebrazos al suelo. Haga la postura hasta su límite razonable y sin forzar. Regule la respiración y fije la atención mental en la espina dorsal o en la postura misma. Mantenga la postura de cincuenta segundos a un minuto y deshágala con lentitud. Puede hacer esta postura dos veces.

Estira toda la musculatura posterior del cuerpo; desbloquea; seda el sistema nervioso; elimina la tensión neuromuscular; tonifica los nervios espinales; unifica la acción mental; regula la función glandular en general; estabiliza la acción cardiaca; mejora el riego sanguíneo a todo el cuerpo; induce a la relajación profunda.

La postura de la cobra

Extendido en el suelo, boca abajo, eleve el tronco y coloque las palmas de las manos contra el suelo, a la altura aproximadamente de los hombros. Apoyándose sobre las palmas de las manos, eleve más el tronco, dejando que el estómago permanezca en el aire, pero procurando que el bajo vientre quede en contacto con el suelo. Los brazos permanecen flexionados, las piernas juntas y la cabeza bien atrás. Regule la respiración y mantenga la mente atenta a la espina dorsal o a la postura misma. Evite forzar. Puede mantener la postura de treinta a cuarenta segundos y efectuarla dos veces.

La postura de la cobra estira y revitaliza los músculos abdominales, pectorales, cuello, hombros y brazos; elimina la tensión de la espina dorsal y el tronco en general; descontrae la musculatura dorsal; estimula el riego sanguíneo y favorece la acción cerebral; ejerce masaje sobre la espina dorsal; previene contra contracturas o ayuda a superadas y relaja en profundidad.

La postura de la vela

Empiece extendido en el suelo, boca arriba y con los brazos a ambos lados del cuerpo. Presionando manos y brazos contra el suelo, eleve las piernas, las caderas y el tronco en el aire, irguiendo tanto como pueda el cuerpo y desplazando su peso hacia los hombros. Doble los brazos y coloque las manos en la región lumbar. La barbilla queda presionada sobre la raíz del tórax y las piernas permanecen juntas y estiradas. Concéntrese en el cuello o en la postura.

Mantenga la postura alrededor de un minuto y deshágala con lentitud. Efectúela una sola vez.

Para deshacer la postura, conduzca primeramente los brazos a la posición inicial y deshaga lentamente la posición.

La postura de la vela es una postura de inversión y, como tal, fortalece extraordinariamente la espina dorsal, irriga de sangre la cabeza y favorece el funcionamiento cerebral y de los órganos sensoriales; regula la función de la glándula tiroides; tonifica la acción cardiaca; descansa las piernas en profundidad, descongestionándolas.

La tabla es:

- Postura de la pinza, dos veces.
- Postura de la cobra, dos veces.
- Postura de la torsión, dos veces por cada lado.
- Postura sobre el costado, dos veces por cada lado.
- Postura de la vela, una vez.

¡Es la voz del Gran Chaman!


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