24 de octubre de 2012

BUDISMO II



PARÁBOLA

PARÁBOLA

 El grano de mostaza, parábola budista sobre la muerte.

Hace muchos años, en la ciudad de Shravastra, vivía una joven mujer que había perdido a sus padres y a su marido quedando únicamente con su pequeño hijo recién nacido. Este se convirtió en su motivo para vivir.
Cuando su hijo tenía apenas un año, cayó enfermo y murió. Agobiada por la pena y el dolor, Krishna Gotami enloqueció, vagaba por las calles día y noche con el cuerpecito en sus brazos, suplicándole a todo el mundo con quien se topaba, un remedio que le devolviera la vida a su hijo.
Algunas personas pasaban por su lado sin hacerle caso, otras se alejaban asustadas, otras más cueles, se reían de ella, y la mayoría la tomaban por loca. Finalmente dio con un sabio que le dijo que la única persona del mundo que podía realizar el milagro que ella pretendía era el Buda, el cual, por fortuna, se encontraba en un bosque a las afueras de la ciudad.
Así pues, fue en busca de Buda, al llegar depositó el cadáver de su hijo ante él y le dijo:
- He perdido a mi marido y sólo vivía por este hijo, pero ahora también ha muerto. He oído hablar de tu compasión, por favor resucítalo.
Buda la escuchó con infinita compasión, y luego respondió con amabilidad:
- Sólo hay una manera de curar tu aflicción. Baja a la ciudad y tráeme un grano de mostaza de cualquier casa en la que no haya habido jamás una muerte.
Krishna Gotami experimentó un gran alivio y se dirigió a la ciudad de inmediato. Cuando llegó, se detuvo en la primera casa que vio y explicó:
- Me ha dicho el Buda que vaya y busque un grano de mostaza de una casa que nunca haya conocido la muerte.
- Tenemos sacos llenos de mostaza, pero en esta casa ha muerto mucha gente – le replicaron.
Fue a la casa de al lado.
- En nuestra familia ha habido incontables muertes – le dijeron.
Y lo mismo en la tercera y en la cuarta y en la quinta casa, hasta que por fin hubo visitado toda la ciudad y comprendió que la condición de Buda no podía cumplirse.
Llevó el cuerpo de su hijo al cementerio y se despidió de él por última vez, y a continuación volvió donde Buda.
- ¿Has traído el grano de mostaza?
- No – respondió ella -. Empiezo a comprender la lección que intentas enseñarme. Me cegaba la pena y creía que yo era la única que había sufrido a manos de la muerte.
- ¿Por qué has vuelto? – le pregunto Buda.
- Para pedirte que me enseñes la verdad de lo que es la muerte, de lo que puede haber detrás y más allá de la muerte y de lo que hay en mí, si algo hay, que no ha de morir.
Buda empezó a enseñarle:
- Si quieres conocer la verdad de la vida y la muerte, debes reflexionar continuamente sobre esto: en el universo sólo hay una ley que no cambia nunca, la de que todas las cosas cambian y ninguna cosa es permanente. La muerte de tu hijo te ha ayudado a ver ahora que el reino en el que estamos, el samsara, es un océano de sufrimiento insoportable. Sólo hay un camino, y uno solo, para escapar del incesante ciclo de nacimientos y muertes del samsara, que es el camino de la liberación. Puesto que ahora el dolor te ha preparado para aprender y tu corazón se abre a la verdad, te la voy a mostrar.
Krishna Gotami se arrodilló a sus pies y siguió a Buda durante el resto de su vida. Se dice que cuando su vida llegaba a su fin, alcanzó la iluminación.
¡Es la voz del Gran Chaman!

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