LEYENDA DE NARCISO
¿Quieres saber
de donde procede el término narcisista? ¿Te han llamado alguna vez de esa forma
porque estás enamorado de ti mismo y solo admiras tu belleza y sobrevaloras tus
habilidades? Pues la palabra Narcisismo proviene del mito griego de Narciso que
es este…
Narciso fue
un niño tan hermoso desde que nació, que conforme crecía no había ninfa que
cayese rendida a sus pies (y no porque le oliesen mal…). Todas las mujeres le
perseguían para que se casase con ellas, porque estaban coladitas hasta los
huesos por Narciso, pero este, las rechazaba a todas. Vamos, que iba de
“sobrao” por la vida.
Un día,
cuando Narciso iba paseando por el bosque, lo observó una hermosa ninfa que se
llamaba Eco. Pero Eco tenía un problemilla, y es que siendo más joven fue
castigada por la diosa Hera, que era la esposa de Zeus, el dios de los dioses
griegos, a no poder decir nunca una frase completa: ¡cada vez que quería hablar
de su boca sólo salían las últimas palabras!
Pues bien,
también Eco, nada más ver a Narciso se enamoró perdidamente de él, y le fue
siguiendo por el bosque sin que este se diese cuenta. Y se ocultó tras un árbol
seco… Entre tanto, Narciso se puso a hablar con las flores del bosque:
-
Oh, flor, qué hermosa eres, cuán olorosa…
-
Rosa, rosa…. -Repitió Eco-.
- ¿Es que hay alguien por aquí? –gritó Narciso cuando
escuchó la voz de Eco-.
-
Aquí, aquí… -respondió la ninfa-.
Narciso,
en cuanto la escuchó le preguntó -¿Quién se oculta tras ese árbol seco?- Y la
hermosa ninfa, salió de su escondite en el bosque, con los brazos abiertos,
diciéndole: -Eco, Eco...
Al
llegar Eco junto a Narciso, esta se agarró enamorada fuertemente a su cuello y
comenzó a besarle, pero Narciso la rechazó diciéndole:
-
No pensará que yo te amo…
-
¡Yo te amo!, ¡Yo te amo! –le contestó Eco-.
Entonces gritó Narciso:
-
No puedo amarte.
-
Puedo amarte, -le respondió Eco totalmente
apasionada-.
- ¡No me sigas!, ¡Adiós! -Le gritó Narciso al tiempo
que huía por entre los árboles-.
-
Adiós, adiós… -respondió Eco con lagrimas en los
ojos…-.
La
rechazada Eco, llena de una mezcla inexplicable de pasión, rabia, delirio y
furor, se adentró en el bosque pensando para sí: “Ojalá que cuando él llegue a
amar tanto como yo le amo, llegue a sufrir tanto como estoy sufriendo”.
Némesis,
que es como se llama la diosa de la venganza, escuchó el ruego de la ninfa.
Narciso
llegó a un tranquilo valle en donde había una laguna de prístinas aguas, tan
claras que nunca habían sido enturbiadas ni por la más mínima mota de polvo. Al
ver tan tentadora agua, hincó Narciso sus rodillas en la hierba y agachó el
lomo para ponerse a beber. En esto, que volando llegó un angelito llamado Cupido
que había sido mandado por Némesis. Moviendo muy en silencio sus alitas, se
colocó tras él, entornó el ojo, afinó el tino y ¡Zas! Flechazo al pompis de
Narciso. Pero como Cupido era el dios de amor y hacía que la gente se enamorara
lanzándoles flechazos (por eso, cuando alguien ve a otra persona por primera
vez y de golpe siente un algo que se siente enamorado de él o ella, se dice que
ha tenido un flechazo).
Narciso
fue a enamorarse de la primera persona que vio: de su propio reflejo en el
agua, creyendo que estaba contemplando a otra persona que era hermosísima. Se
enamoró de sus ojos, de su lisa carita, de su pelo negro, etc. desde entonces
lo único que comenzó a importarle era él mismo y nadie ni nada más. Así fueron
pasando las horas, y los días con sus noches, sin que dejase un segundo de
contemplarse en el agua, hasta que poco a poco se fue desvaneciendo, transformándose
en una hermosa flor que al borde del lago, siguió contemplándose en su reflejo
cristalino.
Fue en el
instante mismo que Narciso terminó de convertirse en flor, cuando Eco cayó al
suelo muerta de tanto amor.
A Narciso
le podemos seguir viendo cada vez que contemplamos la flor en la que se
transformó, el Narciso. Pero del cuerpo de la hermosísima ninfa Eco nunca más
se volvió a saber nada. Tan sólo se sabe que si vas a ciertos montes o lugares
y hablas muy fuerte, quizá tendrás la suerte de escucharla repitiendo tus
últimas palabras…
¡Es la voz del Gran Chaman!
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