12 de septiembre de 2013

ARCANO MAYOR XV

EL DIABLO

EL DIABLO
EL COMODÍN
Es culpable el que esgrime el dedo acusador.ANÓNIMO.

Se halla en un vestíbulo oscuro iluminado por teas. Las llamas brotan de cuencos de aceite suspendidos del techo con cadenas. La iluminación es tenue y el aire frío. Penetra en una gran sala sin ventanas y llega al pie de una escalinata. De las paredes cuelgan instru­mentos de castigo o penitencia: látigos, hierros y fla­gelos diseñados para causar sufrimiento a través del sentido del tacto. Su pie resbala a causa de la sangre desparramada por el suelo. De una bombilla situada en el techo mana una luz amarilla y difusa. 

En el fondo del pasillo alguien grita de dolor. ¿Qué ocurre en­tonces?

El Diablo representa todo aquello que es negativo y nos frena. ¿Culpamos de nuestra falta de determinación y éxito a las cosas negativas? ¿Son reales estas barreras o las creamos para sabotearnos?

La carta del Diablo hace referencia a la falta de clari­videncia. La gente puede estancarse en esta carta, como en cualquier otra, pero en este caso resulta realmente lóbrego. Las personas que se estancan en su sentimiento de culpabilidad son su peor Diablo. Se castigan con la enfermedad, la depresión y el empobrecimiento. No se trata, forzosamente, del empobrecimiento económico —porque el Diablo puede, supuestamente, conceder di­nero a sus partidarios—, sino de la incapacidad para ob­tener cosas. La gente que gana dinero por medios perni­ciosos, esto es, a través del narcotráfico, la prostitución, la explotación o el crimen, acumulará capital, pero nun­ca disfrutará realmente de lo que éste les aporta. El di­nero obtenido de tales fuentes es, en cierto modo, «oro ficticio» que en un principio parece solucionar los pro­blemas, pero que a la mañana siguiente se convierte en polvo. La felicidad que se esperaba obtener de ese dine­ro simplemente no existirá. Se diría que existe una mal­dición sobre el dinero adquirido mediante estas vías.

La carta del Diablo nos recuerda que debemos aferrar­nos a nuestros principios éticos y no transigir, aunque con ello los compañeros nos condenen al ostracismo.

La representación tradicional de la carta del Diablo consiste en un hombre y una mujer encadenados por una figura diabólica. La carta del Diablo simboliza la falsa impresión de estar atrapados, pero si observamos detenidamente la carta veremos que las cadenas están bastante sueltas. Así pues, la esclavitud es, básicamente, una elección personal.

El Diablo se guía por el principio de la culpa, el re­mordimiento y la autoabnegación. Mucha gente se con­dena por sus malas acciones pasadas. Viven en el aban­dono y la esclavitud, las dos caras de la moneda, y creen que la vida no puede ofrecerles nada nuevo o diferente. Las personas adictas a las drogas constituyen el ejemplo más claro de esta cadena. El Diablo integra todos los as­pectos de la coacción y la esclavitud. Representa todo aquello de lo que debemos desprendernos. Tal vez, al principio, parezca placentero, pero en realidad no hace más que mantenernos aferrados a los viejos patrones del pasado. «Más vale malo conocido que bueno por cono­cer», dicen.

La carta del Diablo nos insta a enfrentarnos a nuestra actitud negativa y a empezar a vernos de forma más po­sitiva. Debemos amarnos y aceptarnos a nosotros mis­mos y dejar de juzgarnos y censurarnos. Una cosa es es­tar excesivamente satisfecho de uno mismo y otra negarse a aceptar la belleza, la fuerza y la sabiduría per­sonales. ¡Observe cuán sabio puede ser algunas veces! ¡Observe cuán bello es! Es su mente, y sólo su mente, quien sostiene que usted es todo menos perfecto.

El Diablo nos enseña a observar las situaciones. ¿Se nos aparecen colmadas de problemas y dificultades o somos capaces de ver en ellas oportunidades ocultas?

Si tropieza con la tentación, la injusticia, la contradic­ción, la duda o la adversidad, mantenga la fe en el fuego sagrado que yace en su interior. Convénzase de que nada ni nadie puede apagar o arrebatarle ese fuego.

El Diablo puede, asimismo, ser muy positivo en nuestras vidas. En cierto modo, el Diablo me ha ayuda­do a valorar la vida y a adquirir la energía necesaria para superar mis propias limitaciones. No podía seguir ocul­tándome bajo su dominación: «No puedo hacerlo», «Soy estúpido», «Es demasiado caro», «Nadie me quie­re», etc. Enfrentándome al Diablo he hallado el mejor remedio para relacionarme con él: una buena carcaja­da. Es todo lo que hace falta. Si puede reírse de sus pro­pios problemas, lleva medio camino ganado.

ASPECTOS NEGATIVOS DEL DIABLO
Ignorancia, codicia, envidia, demasiado orgullo, intolerante, mal uso del poder, manipulación, odio, represión, falso propósito, malhumor, pesimista, derrotismo, autocastigo, castigo corporal, tiránico, egoísmo, necesidad de poner a prueba a los demás, terco, necesidad de dominar, demostrará que usted está equivocado, anulación, negación, no respeta los derechos de los demás, rígido/inflexible, taimado, perverso, complejo/telaraña, delator, vicios/sadismo, fatalismo, miseria.

PALABRAS CLAVE DEL DIABLO
Pensante, cambio de opinión, reflejo, indulgente/tolerante, compara, futuro, serio, respeto, estructura, prudente, calculado, convencional, trabajador, disciplinado, responsable, reservado.

SUGERENCIAS DEL DIABLO
Cuando dude de sus actos, observe sus motivaciones. No imponga sus opiniones o voluntad a los demás. No castigue por placer. No anule.
Aprenda a reírse de los problemas. Sea amable consigo mismo y con los demás. La única fuerza capaz de vencer el mal es el amor Divi­no. Los principios del amor armonizan todas las co­sas. Aprenda a amar.
Libérese de las ataduras tomando conciencia de su li­bertad para elegir. Desarrolle una mayor autoestima.




¡ES la voz del Gran Chaman!



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