EL MILAGRO DE LA NATURALEZA
Cuando pensaba que ya muy pocas cosas me podían
sorprender del mundo animal, me topo
gracias a la información inestimable de una amiga, con un animal que tiene toda
la carga científica para convertirse en el gran descubrimiento del siglo XXI
para el estudio y la erradicación del cáncer.
¿De qué animal
estoy hablando?
Pues de un roedor africano de cómo mucho 10cm de longitud,
con dientes largos y sin pelos llamado Ratopin por considerarse una mezcla de
rata y topo. Vive bajo tierra, multiplica por 10 la esperanza de vida con
respecto a otros roedores y lo más importante de todo… es inmune al cáncer. De
ahí la importancia de este descubrimiento porque puede ser la luz en un futuro
de miles de personas afectadas por esta enfermedad.
¿Qué estudios se están llevando a cabo al respecto?
Un equipo de científicos de Corea, China y
EEUU ha secuenciado el genoma del Ratopín. La
lectura de los 22.561 genes del roedor "proporcionará oportunidades sin
precedentes para explorar algunos de los principales desafíos de la biología y
la medicina", según uno de los responsables del estudio, Xiaodong Fang,
del Instituto de Genómica de Pekín.
Su resistencia al cáncer se debe a una variante del ácido
hialurónico,
una sustancia que ya se usa, por ejemplo, para borrar los efectos
del paso del tiempo con inyecciones que corrigen las arrugas.
La clave, dicen, es que el Ratopin aprovecha esta sustancia
mucho mejor que el resto de mamíferos, hasta los límites de lo posible.
Seluanov aisló esta sustancia viscosa que aisló en su laboratorio.
Se trata de una cadena con átomos de carbono e hidrógeno que producen la
mayoría de las células del cuerpo y que ayuda, entre otras cosas, a controlar
el crecimiento de los órganos hasta su tamaño adecuado.
Al contrario que el ácido hialurónico que producen los
ratones y los humanos, la variante del Ratopín es una cadena mucho más grande y
larga.
“El gran tamaño de esta molécula es fundamental para
conferir protección ante el cáncer”, explica Seluanov. Hasta ahora se sabía que
esa sustancia viscosa era la responsable de darle al Ratopin la prodigiosa
elasticidad de su piel para reptar por los túneles.
Ahora, Seluanov demuestra que la misma molécula es también
responsable de bloquear el desarrollo de tumores.
El estudio muestra que si se elimina el ácido hialurónico de
Ratopin, las células comienzan a dividirse sin control generando tumores.
Una vez desvelado el secreto del Ratopín, queda por ver si se puede
aplicar para lograr que los humanos vivan más de 100 años sin cáncer. Es algo
que llevará mucho tiempo, aunque hay ventajas, como por ejemplo que el ácido
hialurónico ya se usa en tratamientos. “La variante de esta sustancia producida
en células evita, por ejemplo, que los huesos de la rodilla rocen unos con
otros y ya se usa en pacientes con artritis”, explica Seluanov. “El compuesto
también es un sustituto del botox y se inyecta bajo la piel para quitar las
arrugas”, añade. Ahora su equipo va a crear ratones transgénicos que producirán
ácido hialurónico de Ratopín. Si todo va bien, después habría que probar si
también funciona en células humanas y buscar dianas terapéuticas para aumentar
la producción de este ácido. “Estoy bastante seguro de que encontraremos la
forma de aplicar este descubrimiento para tratar el cáncer en humanos”, asegura
Seluanov.
“Es un trabajo muy interesante, como todos los estudios previos
realizados en este modelo animal”, opina Carlos López-Otín, bioquímico de la
Universidad de Oviedo y experto en la investigación de las claves del
envejecimiento, en su caso basado en enfermedades humanas de senectud
prematura. Su equipo, explica, quiso participar en la secuenciación del genoma
de este roedor, aunque al final no lo logró y fueron otros equipos los que lo
hicieron en 2011. “Se abre ahora un camino largo pero muy interesante hacia la
validación en otras especies, incluso en humanos, de la idea de que la
modulación de la ruta bioquímica del ácido hialurónico puede tener efectos
semejantes a los observados en este atípico y extraordinario roedor”, señala.
Después de saber todo esto,
ahora me duelen aún más los pocos o nulos fondos destinados por parte de los gobiernos para la investigación.
¡Es la voz del Gran
Chaman!
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