LA HABITACIÓN DE ARRIBA
Esto es algo que se cuenta le ocurrió a una chica que
hacía de canguro.
Todo ocurrió durante una fría noche de invierno, cuando
Christen Myers, una universitaria de 19 años de edad, tuvo hacer las veces de
canguro para conseguir algo de dinero. La joven debía hacerse cargo de los
hijos de un matrimonio que vivía dos manzanas más abajo de su casa. Se trataba
de dos niños, uno de 4 años y el otro de 14 meses, que apenas le causarían
molestias.
Al dar las diez de la noche, Christen acudió al domicilio
del matrimonio donde pasaría la peor noche de toda su vida... Era una casa
enorme, tenía dos pisos y una buhardilla de esas antiguas que parecía haber
salido de una película de terror. Arriba se encontraba la habitación de los
niños y la de la pareja y en la parte de abajo había un gran salón donde la
joven aprovecharía para seguir con sus estudios mientras estaba pendiente de
las necesidades de los críos. A las diez y media les puso el pijama y los subió
a la habitación en la que dormían rodeados de unos grandes muñecos de peluche
que parecían tener vida propia.
El tiempo comenzó a pasar lentamente y por fin llegó la
media noche. El cielo estaba completamente oscuro y una fina lluvia
comenzó a golpear los cristales de la casa. Minutos más tarde, empezó a
empeorar el tiempo, y lo que en un principio era una inofensiva lluvia de
cuatro gotas de agua, llegó a convertirse en una de las más aterradoras
tormentas de los últimos tiempos. Debido a una subida de tensión en los
conductos de corriente, las luces del salón se fundieron una por una y la joven
comenzó a notar como el miedo recorría su cuerpo de pies a cabeza. De pronto,
comenzó a sonar el teléfono y la muchacha corrió a cogerlo pensando que se
trataría del matrimonio. Pero no fue así, al otro lado del teléfono podían
escucharse los gemidos de un hombre que parecía querer asustarla. ¡Era una voz
profunda y tétrica, realmente aterradora! La joven apenas podía entender lo que
aquel hombre decía, era casi imposible descifrarlo. El miedo la envolvía cada
vez más y la voz de ese personaje se hacía más aterradora. La casa estaba
completamente congelada, hacía un frío espantoso, pero... ¿de dónde procedía?
Era como si alguien se hubiese dejado una ventana abierta, pero ella ya se
había asegurado de cerrarlas todas antes de acostar a los niños. El teléfono
comenzó a sonar de nuevo; en ese mismo instante los críos comenzaron a gritar
de una forma agonizante. Christen recordó que podía utilizar el localizador de
llamadas para poder saber de donde procedían las llamadas y de quien era la
misteriosa voz que la acosaba. Descolgó el teléfono, pulsó la tecla de
localización y esperó durante unos cuantos segundos.
Un 'bip' fue el decisivo para desvelar el misterio, pero
no hizo que el miedo desapareciese, ¡sino todo lo contrario! ¡Lo que la joven
descubrió en esos instantes la dejó sin apenas poder respirar! ¡Las llamadas
procedían... ...DE LA HABITACIÓN EN LA QUE SE ENCONTRABAN LOS NIÑOS
DURMIENDO!!!!!! Por el auricular del teléfono pudo escuchar como la voz del
hombre le decía a gritos: - "Quédate ahí quieta, enseguida bajaré a por
ti..." "Si alguna vez os quedáis solos en casa aseguraos de cerrar
bien todas las puertas y ventanas o el mal podrá colarse a través de ellas".
¡Es la voz del
Gran Chaman!
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