POSTURAS DEL YOGA
La postura de la pinza
Sentado
en el suelo, con las piernas juntas y estiradas, incline lentamente el tronco
hacia delante y aproxímelo tanto como pueda a las piernas, sin doblar las
rodillas. También aproxime la cara en lo posible a las piernas y los antebrazos
al suelo. Haga la postura hasta su límite razonable y sin forzar. Regule la
respiración y fije la atención mental en la espina dorsal o en la postura
misma. Mantenga la postura de cincuenta segundos a un minuto y deshágala con
lentitud. Puede hacer esta postura dos veces.
Estira
toda la musculatura posterior del cuerpo; desbloquea; seda el sistema nervioso;
elimina la tensión neuromuscular; tonifica los nervios espinales; unifica la
acción mental; regula la función glandular en general; estabiliza la acción
cardiaca; mejora el riego sanguíneo a todo el cuerpo; induce a la relajación
profunda.
La postura de la cobra
Extendido
en el suelo, boca abajo, eleve el tronco y coloque las palmas de las manos
contra el suelo, a la altura aproximadamente de los hombros. Apoyándose sobre
las palmas de las manos, eleve más el tronco, dejando que el estómago
permanezca en el aire, pero procurando que el bajo vientre quede en contacto
con el suelo. Los brazos permanecen flexionados, las piernas juntas y la cabeza
bien atrás. Regule la respiración y mantenga la mente atenta a la espina dorsal
o a la postura misma. Evite forzar. Puede mantener la postura de treinta a
cuarenta segundos y efectuarla dos veces.
La
postura de la cobra estira y revitaliza los músculos abdominales, pectorales,
cuello, hombros y brazos; elimina la tensión de la espina dorsal y el tronco en
general; descontrae la musculatura dorsal; estimula el riego sanguíneo y
favorece la acción cerebral; ejerce masaje sobre la espina dorsal; previene
contra contracturas o ayuda a superadas y relaja en profundidad.
La
postura de la vela
Empiece
extendido en el suelo, boca arriba y con los brazos a ambos lados del cuerpo.
Presionando manos y brazos contra el suelo, eleve las piernas, las caderas y el
tronco en el aire, irguiendo tanto como pueda el cuerpo y desplazando su peso
hacia los hombros. Doble los brazos y coloque las manos en la región lumbar. La
barbilla queda presionada sobre la raíz del tórax y las piernas permanecen
juntas y estiradas. Concéntrese en el cuello o en la postura.
Mantenga
la postura alrededor de un minuto y deshágala con lentitud. Efectúela una sola
vez.
Para
deshacer la postura, conduzca primeramente los brazos a la posición inicial y
deshaga lentamente la posición.
La
postura de la vela es una postura de inversión y, como tal, fortalece
extraordinariamente la espina dorsal, irriga de sangre la cabeza y favorece el
funcionamiento cerebral y de los órganos sensoriales; regula la función de la
glándula tiroides; tonifica la acción cardiaca; descansa las piernas en
profundidad, descongestionándolas.
La tabla es:
- Postura de la pinza, dos veces.
- Postura de la cobra, dos veces.
- Postura de la torsión, dos veces por
cada lado.
- Postura sobre el costado, dos veces por
cada lado.
- Postura de la vela, una vez.
¡Es la voz del Gran Chaman!
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